Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

lunes, 17 de febrero de 2014

Vaivén

De tanto vestirnos y desnudarnos
estamos envejeciendo

Nuestras imágenes en múltiples espejos
se van quebrando lentamente.

¿Qué traje elegimos hoy
el de la vida o el de la muerte?.

 

Catalina González.




 

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