Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

lunes, 3 de febrero de 2014

Entonces

Hay muchas maneras diferentes
de hacer feliz
a una mujer
(los grandes almacenes están llenos de ellas).
Pero yo no conozco ninguna
tan sencilla y eficaz
como cogerla desprevenida por la espalda
y decirle que la quieres.
precisamente entonces,
cuando ya
no se lo esperaba,
cuando quizás intuía lo peor.


Karmelo C. Iribarren.






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