Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Lluvia



Apenas puso los pies en el suelo deslizó la cortina para mirar por la ventana, el cielo estaba preñado de agua y no tardaría en descargarla, se dirigió a la cocina en busca de un café que templara su ánimo, los días grises le producían una extraña mezcla entre melancolía y placer; mientras desayunaba ojeaba las noticias en su iPad de fondo sonaba A Great Divide, un sublime solo de piano que acompasaba el repique de las gotas de agua que tímidamente comenzaban a caer.

Pegó la nariz al cristal contemplando como miles de gotas se unían formando un hilo continuo de agua que se multiplicaba en décimas de segundo convirtiéndose en un tremendo aguacero, sintió ganas de empapar su cuerpo con agua de nubes y pasar la mañana mirando la lluvia, escuchando melodías de Dustin O´Hallaran y soñando despierta, sonó la alarma de su móvil miró la hora y pegó un brinco, se vistió apresuradamente y bajó corriendo las escaleras, cuando alcanzó el portal inspiró con fuerza llenando sus pulmones de aire limpio y tierra mojada, se colocó la capucha roja de su impermeable y pisando todos los charcos que encontró en el camino se dirigió al trabajo.

 

 

Lola Poveda.





 

3 comentarios:

  1. Un honor que consideres mis 'diarreas mentales' (que diría Alberto Pla) dignas de tu blog.

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