Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

sábado, 1 de febrero de 2014

Cuento de pasiones y virtudes

Antes de que este planeta estuviese habitado por hombres y por mujeres vivían en él pasiones y virtudes. En el planeta Tierra estuvieron viviendo durante cientos y cientos de años y durante toda una eternidad pasiones y virtudes que se aburrían de lo lindo con el transcurrir de los siglos, así que cada día trataban de inventar un juego nuevo al que jugar para que se hiciese mas llevadera la larga, larga, larga, larga existencia. Solía ser la imaginación la que proponía los juegos, y un día propuso jugar al escondite. A todos les pareció bien, todos estaban entusiasmado con la idea, pero claro, quien contaría. La primera en levantar la mano fue la locura “ Yo, yo, yo cuento” . Bueno esta bien, pues a contar. “Vuelve la cara contra ese árbol y comienza la cuenta mientras el resto nos escondemos”.


La locura se dio la vuelta, volvió la cara contra la corteza del árbol y empezó a contar una cuenta imposible “ 1, 7,2, 55, 88, 13”, y uno a uno se fueron escondiendo todas y todos. La locura seguía con su cuenta, y cada uno iba buscando el lugar mas apropiado en el que pensaba que la locura no lo encontraría. Poco a poco se fueron escondiendo todos, excepto uno, que tardaba en encontrar el lugar apropiado, ese era el amor. Es que ya sabéis que el amor es bastante indeciso, y andaba de una lado a otro sin saber donde meterse. La locura seguía con su cuenta “ 55, 6, 99, 100, voy”, y se dio la vuelta. El amor se metió en el primer lugar que vio, se metió de un salto en un matorral de zarzas que había ahí cerca, allí se coló y se quedo atrapado con la esperanza de que no lo vieran, y no lo vio. A quien primero se encontró la locura, allí tumbada fue a la pereza, a la imaginación allí entre las nubes, a la mentira la vio allí, pero como era mentira estaba allí, y así uno a uno fueron apareciendo todos, la locura fue encontrándolos a todos. Al poco rato faltaba solamente uno por encontrar, aquel era el amor. Es que ya sabéis que encontrar al amor es bastante difícil. El juego ya empezaba a hacerse pesado, así que la locura empezó a impacientarse


“Amor sal ya que se hace tarde”, pero el amor ya sabéis que es muy indeciso, y no solamente uno tarda en encontrarlo, sino que a veces tarda demasiado en salir a la luz. El amor asustado no salía. La envidia que suele preocuparse bastante mas de los demás que de si misma, se acerco al oído de la locura y le dijo: “ El amor esta oculto en esas zarzas”. La locura muy enfadada fue hacia las zarzas y empezó a gritar : “ Amor sal ya,se nos hace tarde”. Pero yo les he dicho ya que el amor es indeciso, y una vez que lo encuentras es difícil sacarlo. La locura muy enfadada trato de meter la mano entre las zarzas para sacar al amor de las solapas, con la mala fortuna que se pincho con una espina, es que a veces hacer salir al amor es doloroso. La locura muy enfadada agarro una vara que había junto a las zarzas, la introdujo en el matorral y empezó a agitarla entre las ramas. De repente sonó un grito, de entre las ramas de las zarzas salió el amor con las cuencas de los ojos ensangrentadas. La locura en su locura al agitar la vara entre las zarzas le había sacado los ojos al amor dejándolo ciego para siempre. Todos se quedaron muy callados mirando al amor con las cuencas vacías, sin saber que decir nadie. Quizá aquella fue la única ocasión en la que la locura hablo con un poquito de cordura, porque dijo: “ No os preocupéis, desde ahora yo seré sus ojos”.


Y es por eso que desde entonces el amor es ciego y la locura son sus ojos.

 

 

 

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