Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

domingo, 9 de febrero de 2014

1 de cada 100

Existe una mujer

que es precipicio

Los hombres la bordean

debatiéndose entre la fascinación

y el vértigo

99 de cada 100

optarán por darle la espalda

y, como si compartiese genealogía con medusa,

se alejarán evitando volverse a mirarla

Al examen de sus rostros

ella siempre se cuestiona

si ese paso atrás que ya anticipan

será viento para darse arrojo hasta su abismo

o, como habitualmente, el primero de una nueva huída.


Verónica Hermida Longa.












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