Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

lunes, 10 de febrero de 2014

Carmen ( No es tan fácil llevar bragas)

Tenía nombre de orden religiosa, de quinta con huerto o con jardín, de verso o composición poética, y daba igual que esa palabra designase tantas cosas porque Carmen, en casa, no era nada. Atrás quedaban los tiempos en que compró los muebles con ilusión, en otra serie de la tele, se decía mientras quitaba el polvo de las demás, cuando era otra mujer, murmuraba para sí al tiempo que dejaba relucientes los lavabos y bañeras de otros, mejor dicho, de las otras mujeres. Mujeres bien vestidas que vivían vidas tan distintas a la suya...


Ana Manrique





 

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