Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

domingo, 16 de febrero de 2014

Crecer

Este empeño mío

de nacer cada mañana,

me costará caro.

El mundo no soporta,

así como así,

que alguien se resista

a unirse a los adultos,

a los que saben más,

a los que dirigen mejor,

a los que "crecen",

a los que medran,

a los que pueden.

No soporta

a alguien que se resista

a esa especie de muerte

que ellos llaman vida. 

 

 

Begoña Abad.




 


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