Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

lunes, 3 de febrero de 2014

Edad

Esta tarde te he visto mayor.
Con la misma edad que tenías esta mañana.
Con la misma edad que tendrás esta noche.
Te he visto vieja.
Las primeras arrugas en tu pelo.
Las primeras canas en tu frente.
Los ojos, una bandera blanca.
La voz, sin eco, un payaso triste.
El vestido, corto, de luto,
roto a la altura de la rodilla.
Ls medias, con varices.
No me olvido de las botas, sucias, tronadas.
Ibas a bajar la basura:
en una mano la bolsa de los desperdicios.
Si.
Esta tarde te he visto mayor, vieja, desengañada de la vida.
Sin casa propia. De renta. Con pufos:
el agua, la luz, la renta, la comunidad, el bar.
Tu madre: diálisis tres veces a la semana.
Tu novio, yo, enfermo crónico. sin ninguna perspectiva de futuro,
con muy mal genio, caprichoso, y egoista, y gastizo...
Poeta, además.
Sin embargo, cuando te veo así, mayor,
viejita, una ancianita casi,
cuando te veo así, digo, te quiero más.
Te quiero. A secas. Sin adverbios. Te quiero.
Y aunque tienes más edad que yo, once años más,
y aunque tan sólo hace meses que compartimos
pobreza y enfermedad,
me siento, puedes creerme, como si realmente
hubiéramos envejecido juntos.


David González.






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