Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

viernes, 7 de febrero de 2014

A veces

A veces, cuando estoy sola y bostezo,
no me tapo la boca con la mano
en señal de valiente atrevimiento
para que todo el mundo se dé cuenta
de que soy una mujer muy rebelde.
A veces, cuando nadie puede verme,
soy una sinvergüenza sin límites.


Almudena Vidorreta Torres.





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