Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

lunes, 23 de junio de 2014

¿Vuelas?

Y lo creas o no, yo podía volar.
Me sentaba en el pretil y juro que volaba.
Los ojos cerrados y el corazón ya en la boca,
nada me pesaba.
Ninguna mano, ninguna cuerda me lo impedía.
Volaba.
A veces extendía los brazos mucho
y las puntas de mis dedos pellizcaban una nube,
por eso llovía hasta que flotaban colillas.
El suelo era un dibujo borroso y lejano, 
la misma nada .
Todo lo importante, la calma seguida de truenos,
los susurros que crean sonoras risas,
las verdades que engañan penas...
Todo, todo empezaba y concluía  allí.
No te miento, algún día subiremos los tres 
hasta ese trozo de cielo:
tu vértigo, tú y yo.



El Lu.




sábado, 21 de junio de 2014

Una locura preciosa

Estaba loca:
su tristeza no era de este mundo,
a veces estallaba a reír cuando me lloraba sus penas
y solía enredarse el pelo cuando le iba bien.

Se pintaba los labios antes de dormir:
'quiero estar guapa para mis sueños', me decía.
Luego se levantaba con el rímel corriéndose en sus ojeras, como en mis mejores fantasías,
y me preguntaba la diferencia entre una nube y una ola.

Yo la observaba en silencio
-un silencio consciente,
pues ella era una de esas mujeres
que te hacen saberte derrotado antes de intentarlo-,
como si tratara de vencerla sin palabras,
como si esa fuera la única forma.
Ilusa.

En ocasiones todo lo que hay más allá 
de alguien es superfluo
y todo lo que hay dentro de uno es redundante.
No lo sé, le hubiera repetido

un millón de veces por segundo
que era más guapa que un pájaro sobrevolando el mar
y que sabía más dulce que la caricia de un padre,
pero ella estaba loca,
loca como un silencio en medio de una escala,
y solo me besaba cuando me callaba.
Maldita zorra.

Solía decir que los peces eran gaviotas sin alas
y era imposible tocarla sin que gritara.
Yo lo disfrutaba: era un instrumento delicioso.

Cuando le decía que amaba su libertad
se desnudaba y subía las escaleras del portal sin ropa
mientras me decía que echaba de menos a su madre.

Cuando tenía miedo
se ponía el abrigo y se miraba al espejo,
entonces se reía de mí y se le pasaba.

Cuando tenía hambre
me acariciaba el pelo y me leía un libro
hasta que me quedaba dormida.
No sé qué hacía ella después,
pero cuando me levantaba ella seguía ahí
y mi pelo estaba lleno de flores.

Un día se fue diciendo algo que no entendí,
supongo que por eso empecé a escribir.
Me dijo:
no me estoy yendo,
solo soy un fantasma de todo lo que nunca tendrás.
Maldita zorra.
Maldita zorra loca.

Estaba loca,
joder,
estaba loca.

Tenía en su cabeza una locura preciosa.
¿Cómo no iba a perder la puta razón por ella?


Elvira Sastre






 

miércoles, 18 de junio de 2014

Federico y Giuletta

Cuando Federico vio a Giuletta
pensó que no era guapa
pero que nunca había visto nada
tan hermoso.
Con palabras
y traspiés la hizo suya
y la llevó a su casa
donde le dio historias fabulosas
y disgustos.

Michel Gaztambide.







lunes, 16 de junio de 2014

El otro

Sigo fiel a lo pactado:
relación abierta y sinceridad,
sin celos ni compromiso.
Lo acepto de buen grado.
No me importa el qué dirán
ni que salgas con otros tíos.
Pero antes de volver a mi lado
bebe vinagre, cómete un limón
o sométete a cualquier martirio
capaz de borrar de tu cara
la sonrisa de puta satisfecha
que te traes cuando le has visto.


Pepe Ramos.



































domingo, 15 de junio de 2014

(Si me das a elegir) Me quedo contigo

Entre no sentir, pasar de puntillas sin que me duelas
y retorcerme por el suelo cuando no puedes mirarme
sin duda yo...



sábado, 14 de junio de 2014

Nosotros hemos sido reyes

Reyes de la mirada y la sonrisa,
de las callejas que nos vieron,
tal vez, descalzos caminar.
De los mares en que nos zambullimos,
de las bicis que nos robaron,
de las caricias que no recibimos,
de los cuadernos ajados, los bolis
rotos, las canicas irisadas
y también de los sueños que no se pueden
ni vender ni comprar, pero que
a veces se olvidan
en un abrigo viejo.
Sí, hemos sido reyes y por eso
seguimos caminando
con la cabeza alta en el exilio
de nuestro dolor saciado,
de nuestra edad adulta,
por infinita hilera de derrotas,
con este porte elegante
con nuestro espléndido manto de harapos,
porque los reyes que somos tienen reinos
tan inmensos que pueden
esconderse en la misteriosa
oquedad de una concha.
Giancarlo Cavallo.



 

jueves, 12 de junio de 2014

El hombre que me muerde

El hombre que me muerde
no muerde en mí la carne, el pecho, el labio.
El hombre que me muerde
muerde de mí el instante
y sólo permanezco por su boca.

 

 

Ana Delgado Cortés.








martes, 10 de junio de 2014

De los que soy

Soy de los malditos que lloran escondidos
debajo de un atardecer,
soy de los asesinos que jamás le arrancarían
los ojos a un niño sucio,
soy de los pirómanos que pierden las manos
antes de incendiar una flor,
soy de los huérfanos que a todo le hayan un techo,
soy de los hambrientos con licenciatura,
soy de los que se hicieron viejos en el exilio
porque no aprendieron a perderse en su propia tierra,
soy de los bastardos que no supieron callarse
cuando se desplomó el rostro mutilado de dios,
soy de los heridos que van siendo arrastrados
por su propia lengua de sangre,
soy de los que no se salvan
de lo que soy.



Iván Camarena




domingo, 8 de junio de 2014

Que la guerra y la paz me encuentren en tu bando




Hay un instante que sucede al cruce de miradas
en el que puede acontecer cualquier cosa.
Podemos comenzar una guerra,
disparar reproches con metralleta
y adornar el suelo con cadáveres,
o podemos colocarnos flores en el pelo
y bordar el símbolo de la paz
en suave tela de algodón ecológico.
Nunca se sabe, todo puede pasar. 
Y hoy sucede que hemos elegido
respirarnos al oído,
encontrarnos con las bocas abiertas
y los brazos en cruz
para limpiarnos después,
ya satisfechos y renacidos,
nuestro sudor dulce de vainilla
con un trapito blanco bordado.



El Lu.









jueves, 5 de junio de 2014

La ladrona de libros

—¿Qué hay de ese beso, Saumensch?

Permaneció unos minutos más en el agua, hundido hasta la cintura, antes de salir y tenderle el libro. Los pantalones se le pegaban a las piernas y no dejaba de moverse. En realidad, creo que tenía miedo. Rudy Steiner temía el beso de la ladrona de libros. Debía de haberlo deseado con todas sus fuerzas. Debió de haberla querido con todo su corazón. Tanto, que nunca más volvería a pedírselo y se iría a la tumba sin él.


Markus Zusak 




martes, 3 de junio de 2014

Booz canta su amor

Por la carne también se llega al cielo.
Hay pájaros que sueñan que son pájaros
y se despiertan ángeles...



Gilberto Owen



domingo, 1 de junio de 2014

Cosas que pueden pasar antes de las cinco de la tarde

Comí cristales.
Dos meses más tarde cumplí diez años de golpe,
lo celebré junto a una extraña que se llama como yo,
camina como yo, pero que no soy yo.
Ella me trajo su regalo a la fiesta,
eran unos ojos nuevos.
Y yo soplé un incendio mientras pedía un deseo.
De esos que nunca se cumplen,
pero que son los que hacen 
que aún sienta cosquillas en la punta de la lengua al pronunciar la Z de la palabra esperanza,
y los únicos por los que vale la pena quemarse.


El Lu.