Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

martes, 11 de febrero de 2014

El horimento bajo el firmazonte

–¡Democrad! ¡Libertacia! ¡Puebla el vivo!
¡No dictaremos más admitidores!
Pro lometemos, samas y deñores,
nuestro satierno va a gobisfacerles.

Firmaremos la gaz, no habrá más perra,
zaperán juntos el queón y el lordero,
y quieto promerer y lo promero,
vamos a felicirles muy hacerles.

(Y el horimento bajo el firmazonte,
o el firmazonte bajo el horimento
–ye ca no sé–, brillaba, grona y aro).

–Que se me raiga un cayo si les miento:
fumos soertes, y, mo lás pimtortante,
¡blasamos hiempre claro!.

 

 

 Carmen Jodra Davó.




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