Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

martes, 11 de febrero de 2014

Amar es arder un poco

Amar es huir del mundo para refugiarse en unos brazos
que sepan del dolor que jamás compartiste y, entonces,
en ese nuevo abismo abierto,
cerrar los ojos y querer para adentro.
Es dejar caer la ropa blandamente,
murmurar su nombre a las puertas del misterio
y sentir cómo su mano te adentra en él,
no sin oprimirte un poco, como es debido.

Amar es desear sus labios y tenerlos
prodigando abundancia.
Y escuchar que la palabra cede al gemido,
centímetro a centímetro, poro a poro,
mientras te vas fundiendo como la cera en el caldero.
Es derrochar el cuerpo con el salvajismo
en que animal y hombre son la misma cosa
jadeante, enardecida. Y apurar el trago cárnico
de la copa traslúcida
como si fuese la última vez.

Es sentir, adentro, el torrente que fluye, quemando
sin querer detenerse.

Y quedarte un instante suspenso
para escuchar crepitar el fuego
de tu hermosa perdición.


Aleqs Garrigóz






No hay comentarios:

Publicar un comentario