Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

sábado, 8 de febrero de 2014

Puedo

Puedo ir y venir cien veces

sin involucrarme.

No os conozco, no os añoro

ni os cojo las manos.

Puedo ir a vuestro lado sin miraros.

No tengo ganas.

No me dais nada

ni vivos ni muertos.

 

María Couceiro .





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