Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

domingo, 26 de enero de 2014

Y no supo qué contestarme

Se lo dije a mi padre:
tiene que haber otra vida
en la que las hostias
las reparta todas yo.


El Lu.





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