Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

martes, 21 de enero de 2014

París,Texas

“Ahora trabajo aquí y oigo tu voz todo el tiempo.

 Todos los hombres tienen tu voz”.

 

 


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