Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

viernes, 24 de enero de 2014

Parte meteorológico

Anuncian en la radio que esta noche

van a arrojarse las temperaturas

a los sótanos rojos del termómetro.

Un frente ártico —con ese nombre

de banda de chiflados neonazis,

supremacistas gélidos, fascistas

del aguanieve y la congelación—

se acerca lentamente a esta ciudad

dispuesto a uniformarnos con bufandas,

guantes, gorros, abrigos, y, si puede,

a llevarse de paso por delante

a cuatro o cinco de esos vagabundos

que duermen en el Parque de los Patos.

La nostalgia no abriga, vida mía.

Tu ausencia es un añico de intemperie.

 


 Pablo Martínez Zarracina.





 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario