Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

viernes, 24 de enero de 2014

La tregua

Las tres de la mañana.
El mundo está en suspenso.
El día y sus asuntos
son un periódico de ayer.
No existen los teléfonos
ni el cáncer
ni el recibo de la luz.
Sólo un poso de café
en el fondo de una taza.
La ceniza de un cigarro
en el platillo.
Y este girón
de humo adormilado
que flota en un momento
y se disipa
en el aire de la habitación.

 

Roger Wolfe.






No hay comentarios:

Publicar un comentario