Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

lunes, 14 de abril de 2014

Las ganas de llorar

Y las ganas de llorar cómo se quitan.

No el llanto, sino las ganas de llorar incontrolables

cuando la soledad se llena de rostros ausentes,

de seres queridos que en algún sitio de otra ciudad,

preguntan también cómo se quitan las ganas de llorar

mientras escriben.

 

 

Alexis Díaz Pimienta.





 

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