Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

jueves, 10 de abril de 2014

Invierno todavía

                                                                           (desde el sueño).

Me oriento por la cicatriz
que recorre tu estómago
como el curso de un río pedregoso
cuando la noche llega.

De madrugada el hielo, que lo erosiona todo,
vuelve polvo las rocas, el sueño, nuestras manos.

Me guío por los cortes
en la piel cuando escuece
el dolor de estar vivo.

El canto negro de los desahuciados,
una voz ronca que viene de lejos,
marca el norte cuando no se ve nada.

Recuerdos subterráneos engendra la memoria.
Caminamos desnudos por un campo de nieve.
A veces nos llenamos la boca con los puños
para olvidar el hambre.

Hubo tiempos mejores,
pero oigo que respiras y tu aliento derrite
el hielo que pisamos,
detiene la ventisca,
guarda vida bastante.




Javier Rodríguez Marcos .




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