mascullado y hambriento,
con sabor en la lengua a carne cruda.
El suelo se amortigua,
los caminos convergen, silba el aire.
Con gesto agradecido,
con sonrisa imantada
por el impulso mismo que iza al árbolal sol,
tararear al paso:
no puedo amarte más, no soy tan físico.
Rafael Espejo.
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