Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

viernes, 21 de marzo de 2014

Partes del todo

Allí, en cada parte, se encierra el todo,

en cada molécula de lluvia

se lee el próximo diluvio,

en los cerrojos oxidados

el azufre y el plomo de la soledad,

y en esa ínfima parte de tus poros

se ocultan las caricias

que nos prohibimos.




Aldo Luis Novelli.










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