Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Lluvia en Viceversa

A pesar de mis cuatro prendas gastadas,
de mis suelas flacas, de mis dientes rotos,
a pesar de estos alimentos pocos,
de estas deudas recias de arena y leones,
de los mismos miedos, y los mismos medios,
y la misma esperanza que Haití,
vivo en la abundancia de tenerte.

A pesar de escuchar a las ratas respirar
sobre el respiradero, de esta era fantoche,
de este cáncer de hiel, de este truño civil,
a pesar de esta polis sin basureros,
y de este chucho albaicinero
que me lame la boca y no me deja dormir,
vivo en la elegancia de amanecer contigo.

A pesar de toda la impolítica que nos hunde,
de la soledad de nuestros poderes,
a pesar de esta furcia sociedad por/para diseñadores,
de esta pandemia en las almas,
de este apropósito en nuestros destinos,
de estos cráneos abiertos porque se manifiestan,
vivo en la importancia de que me quieras,
en la inmunidad de saber tu nombre.

 

 

Lluís Pons Mora.










2 comentarios:

  1. qué maravillosidad. es la antítesis de aquella canción de bebe (entre tanta mierda, dime, ¿dónde estabas tú?)

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