Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

lunes, 10 de marzo de 2014

El peso

La casa se quedó pequeña
y me pesaba hasta el alma,

me pesa.

Despienso si llamo y no contesta,

me paro, dudo y sigo

caminando de acá para allá,

preguntándome adónde ir

si tengo escarcha en la garganta

y en la frente una marca de carmín.

Feroz contra el mundo

besos, dentelladas,humo;                             

(ni tanto supuso

ni me queda sabor a nada).

Todavía me consuela un poco

la autodestrucción de los versos

este no saber distinguir

la realidad y el deseo

lecciones mal aprendidas

(soñar sale muy caro)

(pedir perdón o pedir permiso)

(no olvidar las agallas para bucear la vida)

y sin desmerecer del todo a la esperanza

llamo y espero que suene

una, quizás dos veces,

y contestes,

mi querida.

 

 

Roberto Terán.






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