Corazón
Desperté y un corazón latía al otro lado de la cama, estaba oscuro y
acerque mis manos hasta él. Estaba tibio y pesaba apenas algo.
Y sentí
miedo de aplastarlo, tuve miedo de dañarlo, con delicadeza toque las
venas, el tejido y me dieron ganas de besarlo.
Lo acerque hasta mi boca,
le susurré palabras que ahora no entiendo, lo cubrí de besos y lo
contemplé.
No pude evitar llorar, mis lágrimas corrían hasta mi barbilla
y de a poco tocaban al corazón.
En un instante se había vuelto tan
pesado y yo quería colocarlo donde nadie le pudiera causar dolor.
Cerré
los ojos y me entregué a su ritmo, al embriagante latido.
Escuché al
corazón suspirar profundo y abrí los ojos… había desaparecido, ya no
estaba. Dejó mis manos vacías, dejó mi pecho abierto, dejó un eco que
retumba entre mis dedos.
Latidos en mis manos de un corazón perdido.
A
veces cierro los ojos y lo siento dentro, perdido.
A veces lo toco en
algún pecho ajeno.
A veces me llora quedito y me empapa las mejillas…
Es
que yo amo los latidos de un corazón perdido, de un corazón de otro
tiempo.
Mercedes Reyes Arteaga
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