Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

lunes, 23 de junio de 2014

¿Vuelas?

Y lo creas o no, yo podía volar.
Me sentaba en el pretil y juro que volaba.
Los ojos cerrados y el corazón ya en la boca,
nada me pesaba.
Ninguna mano, ninguna cuerda me lo impedía.
Volaba.
A veces extendía los brazos mucho
y las puntas de mis dedos pellizcaban una nube,
por eso llovía hasta que flotaban colillas.
El suelo era un dibujo borroso y lejano, 
la misma nada .
Todo lo importante, la calma seguida de truenos,
los susurros que crean sonoras risas,
las verdades que engañan penas...
Todo, todo empezaba y concluía  allí.
No te miento, algún día subiremos los tres 
hasta ese trozo de cielo:
tu vértigo, tú y yo.



El Lu.




6 comentarios:

  1. a veces se necesita un empujón para alcanzar el cielo, verdad? un solo paso basta para dejar los miedos atrás

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    1. Verdad. Luego están los peligros del vuelo, cuando un roce te hace caer sin remedio

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  2. Vuelo, quiero sentir la ingravidez bajo los pies y jugar al escondite entre las nubes y saber que cuando te encuentre nos tumbaremos en una de ellas para reír y llorar de las cosas de la vida y que cuando hayamos hecho todo eso me darás la mano para volver a emprender el vuelo y que nuestros pies se depositen con torpeza de nuevo en el suelo...pero prométeme que de cuando en cuando seguiremos volando.

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