Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

jueves, 12 de junio de 2014

El hombre que me muerde

El hombre que me muerde
no muerde en mí la carne, el pecho, el labio.
El hombre que me muerde
muerde de mí el instante
y sólo permanezco por su boca.

 

 

Ana Delgado Cortés.








2 comentarios:

  1. me parece que habla de que el instante les ha tenido que salir a pedir de boca y sabe a gloria..:)...pero no me creo (en mi línea) que sólo se permanezca por eso,la verdad.Besos,El.

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    1. Jajaja, de rechupete creo que les salió...tiene pinta. Besos.

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