Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

domingo, 11 de mayo de 2014

Negra como la bandera de la anarquía

¡Desengánchese
por fin de ese
color, señora!
dijo la doctora, mientras
trataba mi urticaria,
y me miraba
con cara severa
de abajo arriba,
hasta el par de ojos
ennegrecidos.




Friederike Mayröcker.







2 comentarios:

  1. si fuera así de fácil, verdad? pero a ver cómo se cura uno si está ennegrecido por dentro

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  2. Complicado despistar a la negrura

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