Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Ella es, por eso estoy

Amo ese péndulo entre la mujer huracán
que escandaliza portales
y la que se sonroja si le dices que es más

bonita que la noche.
Su trazado en semicírculo marca el ritmo

de mis deseos como versos,
mis erecciones a deshora, y niega el breve tiempo de los mortales.

Ella no sabe que brilla más que cualquier estrella de neón o gelatina,
que sus gemidos amenazan mi timón como un orfeón de sirenas,
que por verla feliz me marcharía, y para hacerla feliz, permanezco.
Que celebro su existencia como la de la luna, cuando la luna me mira.

Guarda en su cuello el secreto de las noches que se doblan como espigas
En los pechos, las joyas  gemelas de la

corona de la más plebeya dinastía.
Tiene talle de princesa, bebe como un marino ruso, y ama como la  vida.

Ella va a incendiar su mundo, sin querer, un martes a mediodía, porque está hecha de un fuego que la asusta y la encandila.
Y yo estaré cerca, para encenderle con besos las cerillas.

A veces siento la sucia tentación

de enjaular sus maravillas.
Pero aunque pudiera , no lo haría:
ella es libre, feliz,
y un poco mía.

Ella sólo le tiene miedo al miedo, y hasta el miedo la amaría.

 
Carlos Salem.







2 comentarios:

  1. Eso es amor, me ha encantado, la foto me recuerda una asignatura pendiente, aprender a patinar :D besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo creas o no también es una de mis asignaturas pendientes. Incluso me compré los patines, unos iguales a esos. Besicos

      Eliminar