Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

domingo, 18 de mayo de 2014

Domingo

 


En un domingo sin frío ni calor en el que el silencio no calma, me paro un rato y entre trago y trago muerdo el hielo del vaso para que me duelan las cejas y no lo demás. Y aunque no hay bailes en la cocina si que invoco a Van Morrison, porque una vez me dijeron que los aperitivos del septimo día sin él no pueden sentar bien.

El Lu














6 comentarios: