Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

domingo, 4 de mayo de 2014

La autopista

Ya que tanto insistes
en que me lo corte
voy a explicarte,
y será la primera
y última vez que lo haga,
por qué llevo el pelo largo.

Llevo el pelo largo
porque el ejército estadounidense
ofrecía una recompensa
de dos dólares
por cada cabellera de indio
que se le entregara
y los que la cobraron,
así como los soldados
y mandos superiores
del ejército estadounidense,
llevaban el pelo corto
o muy corto.
Llevo el pelo largo
porque el ejército franquista,
en la corrala de la casa en la que nací,
le rapó la cabeza
a una de las mujeres de mi familia,
cuyo hombre
acababa de ser fusilado
por negarse a defenestrar
niños de pecho republicanos,
y los soldados que le raparon la cabeza,
así como el resto de las tropas
y mandos superiores
del ejército franquista
incluido el puto francisco franco,
llevaban el pelo corto
o muy corto.

Llevo el pelo largo
porque en el campo de concentración de Mauthausena,
los deportados españoles,
como Ramiro Santisteban,
el superviviente octogenario que me lo contó,
a los deportados españoles
una vez a la semana, los sábados,
les hacían lo que entre ellos se conocía
como La Autopista,
esto es,
les rapaban el pelo al cero
desde la frente hacia atras.

La autopista.
Y más adelante,
cuando Hitler estaba perdiendo la guerra,
con ese pelo se forraban las botas

de los soldados alemanes.
Con ese pelo.
Y todos esos soldados alemanes,
como también los que los sábados colaboraban
en el mantenimiento de la autopista,
juntos con sus respectivos mandos superiores,
el hijo de la gran puta del fuhrer a la cabeza,
y junto con el resto del pueblo alemán,
llevaban el pelo corto
o muy corto.

Llevo el pelo largo
porque en la tercera galería
de la cárcel provincial de oviedo,
la galería de los menores,
los que mandaban en ella, los kíes,
en cierta ocasión me dijeron:
o te cortas el pelo tú
o te lo cortamos nosotros,
y encendieron sus mecheros
y tanto ellos
como los funcionarios de prisiones,
cuyo trabajo consistía precisamente
en evitar que se produjeran hechos como ese,
llevaban el pelo corto
o muy corto. 

Llevo el pelo largo por otra razón también:
muchas de las mujeres que conozco
me aseguran que con él así de largo,
estoy mucho más guapo
y aparento muchos menos años de los que tengo. 

Así que en vez de estar dándome la brasa a todas horas
con que a ver cuando voy a que me corten el pelo,
mejor te callabas la puta boca, eh,
y te dejabas
crecer el tuyo.




David González.




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