ningún libro, ningún cuadro, ni disco
(me gustan tantas cosas que me crispo,
pues al escoger así nunca se acierta).
Quiero traerte a ti, ágil, despierta,
desaliñádamente a cada risco,
y vivir de algas, peces y marisco
sin volver a hacer señales de alerta.
A los navíos de lejos ver pasar
mientras la ropa seca en la palmera
(esta isla tiene una, de manera que no
sólo rocas y agitado mar).
Y tú entre corales, náufraga desnuda,
flotando en mi pecho al claro de luna.
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