Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

lunes, 13 de octubre de 2014

XIII (Ganas)

Ganas
de tomarte de la mano y sentarte a mi lado
sentarte sobre mis piernas, de ser necesario
y pasar tus dedos por sobre mis escritos,
por sobre las pecas de mi piel,
por sobre mis párpados,
levantarnos y hacerte un recorrido brillante por mi casa brillante,
donde brillantes son los objetos que he comprado pensándote.
Una casa llena de vacíos
brillantes
que he pensado rellenar cuando tú vinieras.
Espacios que te esperaban con una paciencia que yo no tengo
libros
álbumes
fotos que he premeditado para ti
si es que te dignabas a cumplir tu promesa.
Tomarte de la mano
cubriéndote los nudillos con mi palma
y hacerte acariciar este universo pequeñito
que he dibujado albergando la idea de que te agrade,
de que realmente no quieras irte una vez que lo conozcas,
que no sea necesario atarte a la cama con candados de llaves perdidas,
con mordazas,
con vendas.
Tomarte de la mano,
sentarte a mi lado
o sobre mi falda,
tenderme yo sobre tus rodillas
y no decir nada
finalmente
jamás anunciarte siquiera
cuánto te he extrañado,
cuánto te he pensado,
cuánto te he escrito.
Seguir con mi discurso de incredulidad
y decirte que no entiendo
cómo
una persona
puede
amar a otra.



Ashle Ozuljevic Subaique.









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