Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

lunes, 20 de octubre de 2014

Ajeno


Largo se le hace el día a quien no ama
y él lo sabe.
Y él oye ese tañido
corto y duro del cuerpo, su cascada
canción, siempre sonando a lejanía.
Cierra su puerta y queda bien cerrada;
sale y, por un momento, sus rodillas
se le van hacia el suelo.
Pero el alba,con peligrosa generosidad,
le refresca y le yergue.
Está muy clara
su calle, y la pasea con pie oscuro,
y cojea en seguida porque anda
sólo con su fatiga.
Y dice aire:
palabras muertas con su boca viva.
Prisionero por no querer, abraza
su propia soledad. Y está seguro,
más seguro que nadie porque nada
poseerá; y él bien sabe que nunca
vivirá aquí, en la tierra.
A quien no ama,
¿cómo podemos conocer o cómo perdonar?
Día largo y aún más larga la noche.
Mentirá al sacar la llave.
Entrará. Y nunca habitará su casa.


Claudio Rodriguez.

 

 









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