Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

domingo, 13 de julio de 2014

Tuyocardio

Dicen que hay que conocer el interior de las personas,
que ahí reside lo único importante.
Y es curioso que para llegar a conocer a alguien así,
en profundidad, íntimamente, en su esencia,
antes tenga que morirse.
Pues bien, ahora ya sé que tu corazón
pesaba exactamente 245 gramos, 
ni uno menos, ni uno más.


El Lu.





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