Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Problema


Que no son las correctas,
siempre lo he pensado así.
Las preguntas a los problemas que de niños
nos plantean en la escuela,
para que aprendamos a calcular,
sobre los trenes son absurdas
y de poco nos valdrá en la vida saber
ese tipo de cosas.
Las importantes son otras,
a mí de nada me vale saber
la hora a la que se cruzarán el tren A y el tren B.
Una cuestión vital que si nos deberían enseñar a resolver sería, por ejemplo: 
Si un tren sale de tu estación a las diez y cuarto
a una velocidad de 160 kh/h y con un número agónico de paradas...

¿a qué hora el corazón me saldría disparado por la boca? 



El Lu.



















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