Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

martes, 16 de septiembre de 2014

Cuando ya no nos queda nada

Cuando ya no nos queda nada,
el vacío de no quedar
podría ser al cabo inútil y perfecto.

 

Jose Ángel Valente.







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