Lo que leo, lo que veo, lo que creo, lo que digo, lo que siento...
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
miércoles, 25 de febrero de 2015
El cielo de tu boca
La libertad resultó no ser la ausencia de barrotes y cadenas, sino poder tocar el cielo con la punta de mi lengua cada vez que se me antoje. No el cielo al que van los buenos, el otro, el de tu boca. Esa a la que siempre voy yo como fiel penitente y en la que siempre me vengo.
Qué mejor cielo que ese para volar...
ResponderEliminarEl que tú lleves siempre puesto tampoco está nada mal. :)
Eliminarjoer, qué repreciosidad. viva el amor!
ResponderEliminarQue viva y que nosotros lo vivamos ;)
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