Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

viernes, 17 de julio de 2015

Tu rostro no tiene nombre

Tu rostro no tiene nombre,
tu voz no tiene sonido,
tu tren no tiene número,
tu viaje no tiene horario,
pero yo se que vendrás
con ese rostro,
con esa voz,
en ese tren...
cuando termine tu largo viaje.


Dacia Maraini.
 









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