Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

miércoles, 22 de julio de 2015

A mí me gustan las personas con ojeras

A mí me gustan las personas con ojeras. 
Los insomnios con nombre propio. 
Me gustan las personas que llevan
guardadas las piedras de sus tropiezos, 
como lecciones que aprender. 

Que sean bienvenidas aquellas que 
sufrieron y jugaron con las letras 
hasta curar sus heridas, 
tapando cicatrices, 
destapando miedos, 
y tocando con la yema de los dedos 
un puñado de almas. 

Las que están rotas, 
las que tienen cicatrices, 
las que se desangran sobre un papel 
sin importarles el qué dirán. 

Porque, si no estuviésemos llenos de grietas, 
¿por donde pasaría la luz? 






Marta Torrejón









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