Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Hipercromía idiopática

Las ojeras susurran historias. 
Hablan de bares pequeños, 
de amigas con sonrisas enormes,
de dolores que no duermen. 
Cuentan con tono suave lo mucho que te pienso,
reprochan tu manía de poner palillos en mis ojos 
cuando te marchas. 
Y siempre te terminas por marchar. 
Entonces yo ya no cuento lunares sino estrellas. 
En menos de dos cigarros estará amaneciendo.



El Lu








2 comentarios:

  1. en las bolsas de los ojos cabe de todo, decepciones, ensueños, historias, misterios. me encanta esa unidad de medida: "a dos cigarros del amanecer"

    ResponderEliminar
  2. A veces no caemos en lo evidente o definitorio que encierra el nombre de las cosas, a mí me pasa al menos. De verdad que hasta que no has hecho la asociación no me había planteado el por qué se les llama bolsas...pues porque dentro se guarda todo eso! :)

    ResponderEliminar