Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Ella

Conozco a una mujer: su silencio,
el cansacio amargo de las palabras
vive en el misterioso resplandor
de sus pupilas dilatadas.
Sólo para la música cobriza del poema
abre su alma con codicia,
ante la vida, deseada y plena
es sorda y soberbia.
Silencioso y lento
es su paso tan extremadmente suve,
no puedo decir que es hermosa,
pero toda mi felicidad está en ella.



Nikolai Gumiliov.





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