Nuestras palabras
nos impiden hablar.
Parecía imposible.
Nuestras propias palabras.
En cierto sentido todas las vidas
son una misma cosa,
ya que cada vida es una cuerda.
Pero unas cuerdas sirven para saltar
a la comba
y otras para ahorcarse con ellas.
Y aquí entre dos calmas
lejos del cementerio
abro un libro de silencios
por la página de tu espalda
y encuentro la palabra alegría
y la palabra alegría lleva acento
y yo se lo quito
y te lo pongo en la nuca.
Pedro Casariego Córdoba.
la piel de gallina me quedó, como a la chica de la imagen. precioso poema.
ResponderEliminarComo escarpias, es verdad :)
Eliminar