Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

sábado, 23 de julio de 2016

Cantar del no amor


No sabía quererme,
que no sabía.
Que le faltaban palabras.
Que se le hundía
la verdad en la lengua
y no salía
más que palabra yerma,
jamás poesía.
No sabía quererme.
Que no sabía.
Que nos hartaba
a distancia y mesura
y no podía
más que tocarme a prisa
con manos frías.
No sabía quererme,
que no sabía.
Que no me levantaba
el alma mía.
  Que la lana cardaba
y de la fama huía
como huye el que oculta
una felonía.
¿No sabía quererme? O ¿no quería...?
No quería quererme o ¿no podía?
Y ya ¿qué más da?
El caso es que no lo hacía.


Yolanda Gutiérrez




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