No sabía quererme,
que no sabía.
Que le faltaban palabras.
Que se le hundía
la verdad en la lengua
y no salía
más que palabra yerma,
jamás poesía.
No sabía quererme.
Que no sabía.
Que nos hartaba
a distancia y mesura
y no podía
más que tocarme a prisa
con manos frías.
No sabía quererme,
que no sabía.
Que no me levantaba
el alma mía.
Que la lana cardaba
y de la fama huía
como huye el que oculta
una felonía.
¿No sabía quererme? O ¿no quería...?
No quería quererme o ¿no podía?
Y ya ¿qué más da?
El caso es que no lo hacía.
Yolanda Gutiérrez
Precioso
ResponderEliminar