Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Oreja auscultando mamas

  


Quiero a mi hombre de 40 años

porque se vuelve un niño de 14 cuando

se acuesta a mi lado

y me susurra las palabras

más dulces y duras de mi lengua española.

Sus ojos enfocan a los míos y como si filmara

una peli porno con mi lencería

me ilumina la piel de parte a parte

se transforma en mi amigo mi amante

mi soldado mi chica mi novio mi marido

mi ordenador mi hermano mi mujer mi corderito añil

que es el que me propone me dicta

me camela

me enciende el corazón

me afina el cuerpo

me castiga me nubla la conducta

me pone los tangas justos bíblicos

el liguero de terciopelo azul

la camiseta de encaje de Marx Spencer

las medias los tacones

una bomba en la mano y en el sexo

y luego todo me lo va quitando

lentamente con mimos

con cariños del sur;

me lava lo mítico y lo último

me da masajes de aceite con palabras

firmadas en la oreja

me ausculta debidamente mamas y tobillos

él me llama su niña yo mi rey mi papi

mi papito mi adorado

mi pececito eternamente soñoliento y dulce

que se irá de mi vida para siempre

que mañana se casa por la iglesia.

 

Isla Correyero






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