Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.
Se deja de querer, y es como el ciego que aún dice adiós, llorando, después que pasó el tren.

domingo, 9 de febrero de 2014

No te dejes nada

Se lo dije en la puerta:
-¿No te olvidas nada?

Metiste en la bolsa de Simago
cuatro años en común
y un futuro caducado.

Mis ilusiones, como ocupaban poco,
los guardaste en el bolsillo de la chupa.

Tu amor por mí,
que parecía tan abultado,
ya has visto que bien dobladito
te cabe en el monedero

Mi corazón te lo metí en la guantera
porque a mi ya no me sirve

El eco de tus: te quiero
iba en el tarro de nocilla
pero seguramente cuando llegues
se habrá evaporado.



En el maletero,
van dos cajas
llenas de mentiras
por si te sirven
para algún otro.

El sexo compartido lo puedes tirar
porque huele a podrido.

Los hijos que no tuvimos,
las promesas por cumplir
y la confianza traicionada
van en el asiento de atrás

Lo mucho que te quiero
te lo mandaré cuando te olvide,
para que te eches unas risas.-

-No, ya está todo-
me dijo.

Y la muy cabrona se había dejado
su olor encima de mi almohada.

 

 

Salva Dávila.
 
 

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